Larga y fructífera relación musical. Cuba y Estados Unidos. Primer intercambio
Louis Moreau Gottschalk y Manuel Saumell
Este mes se cumple el 143 aniversario de la muerte de Manuel Saumell, importante compositor y pianista cubano. El de las contradanzas criollas. Seis meses antes de su fallecimiento moría, en Río de Janeiro, Louis Moreau Gottschalk. Uno de los más importantes músicos norteamericanos de su tiempo y un pionero en América en la utilización y mezcla de la música popular y la música clásica.
Ambos se habían conocido en 1854 en La Habana, en el primer viaje de los tres que realizó el norteamericano a Cuba, para sellar una amistad que derivó en el primer intercambio musical documentado entre las músicas de ambos países.
A mediados del siglo XIX La Habana y Nueva Orleans eran las ciudades de mayor intercambio cultural y comercial de la zona. Sus industrias azucareras estaban muy conectadas entre si y Gottschalk, que acababa de llegar de su formación europea repleto de recomendaciones para las autoridades de la isla, hacía su entrada a una ciudad que se vanagloriaba de recibir los mejores espectáculos que salían de las fronteras europeas.
En pocos días conoció a los más importantes músicos de la ciudad, convirtiéndose en la estrella de la sociedad habanera del momento. Sus inagotables conciertos y su maestría pianística eran noticia constante en los periódicos habaneros. Fue un encuentro casi casual en el taller de Juan Federico Edelmann, alemán que estableció la primera casa de música y compañía de ediciones musicales en la ciudad. El lugar se había convertido en un espacio de tertulias musicales entre los notables, los menos y los aprendices sobresalientes. En una de esas tertulias coincidieron ambos.
Desde ese momento, en la relación entre las músicas de Cuba y Estados Unidos, se establecía un punto de partida. El uno tomó del otro. Pero lo más notable en ese intercambio, que algunos pocos académicos consideran en su obra, fue la incorporación del spanish tinge -o latin tinge- a la obra del compositor de Nueva Orleans, viajando en sus interpretaciones y partituras musicales por toda la América. La célula rítmica que Gottschalk incorpora de las contradanzas -y tal vez de las habaneras que ya por ese entonces hacían furor en la ciudad-, no fue otra que ese patrón rítmico, de origen Bantú, reconocido en Cuba como tango congo. ¿Hablaron ambos de la sabrosura y cadencia que le imprime a una pieza su utilización? Tal vez si o tal vez sólo un intercambio creativo. Un hallazgo en medio de la pasión creadora que el músico de Nueva Orleans le imprimió a su vida.
Además de Saumell, Gottschalk había establecido una relación de amistad con uno de los más ilustres músicos de la ciudad para ese entonces: Nicolás Ruiz Espadero. Esa fuerte relación entre ambos músicos fue tal vez la causa que originó el motivo principal de la pieza Ojos criollos. Obra en la que Gottschalk utiliza, por primera vez en la mano izquierda del piano, el patrón tango congo.
Una bella habanera -sin dudas tuvo que serlo- a la que el músico norteamericano le compuso la pieza y que vivía en la misma casa que la enamorada de Espadero. Este llevó al recién llegado de Europa, tal vez intentando agradar a la familia que según cuentan era de las más importantes de la sociedad habanera, a ofrecer un concerto privado en la mansión de sus enamoradas.
De ese idilio nació, cinco años después, Ojos criollos. Op, 37 Danse Cubaine, 1859. Pieza que marca otro idilio, el que existió entre las músicas de Cuba y Estados Unidos durante los próximos cien años.
Para ver todas las páginas (11) de la partitura: Partifi
Louis Moreau Gottschalk. Nueva Orleans, 1829-Rio de Janeiro, 1869 |
Ambos se habían conocido en 1854 en La Habana, en el primer viaje de los tres que realizó el norteamericano a Cuba, para sellar una amistad que derivó en el primer intercambio musical documentado entre las músicas de ambos países.
A mediados del siglo XIX La Habana y Nueva Orleans eran las ciudades de mayor intercambio cultural y comercial de la zona. Sus industrias azucareras estaban muy conectadas entre si y Gottschalk, que acababa de llegar de su formación europea repleto de recomendaciones para las autoridades de la isla, hacía su entrada a una ciudad que se vanagloriaba de recibir los mejores espectáculos que salían de las fronteras europeas.
Juan Federico Edelmann (1795-1848) |
Además de Saumell, Gottschalk había establecido una relación de amistad con uno de los más ilustres músicos de la ciudad para ese entonces: Nicolás Ruiz Espadero. Esa fuerte relación entre ambos músicos fue tal vez la causa que originó el motivo principal de la pieza Ojos criollos. Obra en la que Gottschalk utiliza, por primera vez en la mano izquierda del piano, el patrón tango congo.
Una bella habanera -sin dudas tuvo que serlo- a la que el músico norteamericano le compuso la pieza y que vivía en la misma casa que la enamorada de Espadero. Este llevó al recién llegado de Europa, tal vez intentando agradar a la familia que según cuentan era de las más importantes de la sociedad habanera, a ofrecer un concerto privado en la mansión de sus enamoradas.
De ese idilio nació, cinco años después, Ojos criollos. Op, 37 Danse Cubaine, 1859. Pieza que marca otro idilio, el que existió entre las músicas de Cuba y Estados Unidos durante los próximos cien años.
Para ver todas las páginas (11) de la partitura: Partifi
Roberto: vi el comentario que dejaste en mi artículo de Cubaencuentro. Escríbeme a mi mail: aga@unam.mx
ResponderBorrarAlejandro G. Acosta